A quien le corresponda,
Cuando piensas en quién eres, te pueden venir un montón de cosas distintas a la mente. Te puede venir tu oficio, te pueden venir tus aficiones, tus estudios, tus formas de expresarte. Tal vez en lugar de eso pienses en el lugar donde vives, o en tu familia, tu etnia o tu herencia sanguínea. Tal vez sencillamente pienses en tu nombre, y en los eventos más relevantes que han condicionado tu vida. O, tal vez, lo que te venga a la mente sean tus trastornos.
Como jugador de rol, siempre he defendido que las limitaciones y los defectos de un personaje lo definen más que sus virtudes, lo humanizan y lo dotan de identidad. Supongo que tal vez ahí se encuentre el pensamiento subyacente que me fuerce a definirme a través de mis trastornos. "No eres tus trastornos" es un mantra que repito decenas y cientos de veces, trato de hacerle ver a otras personas en mi situación que son la persona que padece la enfermedad y no la enfermedad en sí, que su identidad no está más definida por ella de lo que lo está por la ropa que lleve puesta y que, igual que la misma, no dura para siempre. Creo que es importante asimilar que eres una entidad por derecho propio y que tus circunstancias pueden cambiar. Que las enfermedades, los trastornos, los traumas, se combaten y se superan.
Es cierto que al final siempre dejarán marca en ti, pero también lo hacen todas las cosas que vives: Una vez escuchaste una canción con una palabra que no conocías y aprendiste gracias a ella. La canción ha quedado atrás, puede que ya ni la recuerdes, pero la palabra ha pasado a formar parte de tu vocabulario y no por ello te definirías a través de esa canción.
Esa es la teoría, claro, la práctica es bastante más complicada. En la práctica, ves día tras día cómo tus trastornos afecta a tu vida, a tus relaciones, a tu bienestar. Día tras día ves todas esas cosas que no puedes hacer debido a ellos o, peor, que puedes hacer pero no eres capaz de disfrutar. Cuando ves el mundo a través de la distorsión de un trastorno cuesta recordar, o siquiera creer, que no es su verdadera forma. Cuando el trastorno se siente tan tuyo como tus pulmones y tus entrañas, cuesta creer que no lo sea.
Supongo que por eso me esfuerzo tanto en hacérselo ver a otra gente. Por eso trato de ayudar a los demás, no siento que yo tenga salvación, pero tal vez pueda ayudar a otra persona a alcanzarla. Tal vez por eso disfruto tanto de ver a la gente sanar, porque creo que algún día, esa persona seré yo.
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