jueves, 14 de marzo de 2019

Gracias por intentarlo

Estuviste a punto de salvarme,
realmente cerca.
Pero, en última instancia, la única persona capaz de hacerlo era yo.

No fue un momento agradable,
caer en la cuenta de que nadie iba a rescatarme
que aunque quisieran no podrían.

Superado el terror, me puse a buscar el camino a la expiación.
Comencé a ascender hacia mi propia salvación,
pero siempre acabo fallando a todo el mundo
y yo mismo no iba a ser una excepción.
Y todo acabó como siempre:
decepción.

La caída fue, como cabría suponer,
horrible.
No obstante, en el descenso, encontré una inesperada paz.
La calma de la certeza.
Por terrible que sea el desenlace, conocerlo transmite seguridad.
Y ahora, conociendo el final, sólo resta esperar.

No estés triste:
hay cosas que no se pueden remediar.
Ni siquiera tú puedes evitar que la ola termine rompiendo en la costa.
No importa lo mucho que alargues el día, la noche siempre acaba llegando.
Así que déjalo estar.

La certeza de lo inevitable es lo que nos hace disfrutar de lo efímero.
Déjame ser bello. Déjame ser efímero.

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