martes, 5 de marzo de 2019

Quedarse atrás

-¿Has terminado ya la maleta?-
La pregunta me cogió por sorpresa.
-¿Acaso crees que no me daría cuenta de que te estás preparando para irte?-
-No, para irme no. Eres lo que más aprecio en mi vida, creo que ni aunque me hicieses tanto mal como bien me has hecho ya sería capaz de marcharme-
-¿Entonces?-
Tomé aire.
-Entonces me preparo para cuando me dejes atrás.-
-Yo no voy a...-
-No digo que sea intencionadamente.- Le interrumpí. -Pero ya no me veo en tu vida y no soy capaz de encontrarme en tu futuro. No te culpo. No creo que sea culpa de nadie, pero vas a un lugar al que no soy capaz de seguirte. Tú necesitas echar a correr, y yo tengo ambas piernas rotas. Yo me niego a retenerte y tú no puedes arrastrarme siempre. Así que me preparo para cuando me quede atrás.-
Apartó la vista y agachó la cabeza.
-Escucha...- Su voz era tenue y temblorosa -Yo no quiero dejarte atrás.-
-Lo sé, pero en ocasiones tenemos que hacer cosas que no queremos, y tú necesitas seguir adelante.-
Alzó una mano hacia mí, y yo alcé la mía a su encuentro. Temblaba levemente, y no me sorprendió descubrir que lloraba, al fin y al cabo, yo hacía lo propio.
-Te voy a extrañar.- Me dijo. -Va a ser extraño no tenerte aquí.-
-No por mucho, descuida. Antes de que te des cuenta ya ni te acordarás de mí.-
Vi el reproche en sus ojos, pero no me discutió. No era el momento.

Alejó la mano del espejo y emprendió su marcha, dejándome en el lado equivocado del cristal. En el fondo siempre supe que acabaría quedándome atrás, pero eso no lo hacía más fácil. Hay partes de uno mismo que hay que abandonar, y esta vez, esa parte era yo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario